Los
látigos golpeaban la tierra mientras el brillo de los arcos y flechas de metal
destellaban con el fulgor de las llamas, horas y horas de golpes en el suelo
marcaban el paso del ritual mientras los danzantes guerreros gritaban y
saltaban alrededor del grupo que blandía los látigos. Todo avanzaba como si el
grupo del centro, en un extraño trance, tratara de golpear a los que se
encontraban alrededor; había una curiosa coordinación en el grupo con látigos,
como si formarán un ser único. El grupo del centro presentaba en su piel
extraños dibujos semejantes a insectos, no usaban ropa, y las orejas y labios
las tenían llenas de espinas. Su cabellera era un amasijo enrollada con grasa y
tierra. Los que rodeaban el grupo con látigos saltaban acercándose y
alejándose, como si trataran de ahuyentar un animal. El fuego brindaba el brillo necesario
para ver cada mirada y movimiento como si fuera la luz del día. Las estrellas
eran testigos eternos de un ritual que sin duda llevaba milenios llevándose a
cabo. Era un vídeo largo dónde todos
bebieron sangre para fortalecer su cuerpo y continuar golpeando sin ningún sentido
la tierra; todos se encontraban en transe y parecía que podían durar muchas
horas más haciendo lo mismo. Esteban y Jorge miraron la pantalla durante
algunos segundos más; escenas semejantes se veían todos los días.
-Tienen
que ser los mismos que estaban en la región este y norte la semana pasada, no
estaban aliados con los otros grupos y ahora ejecutan sus prácticas combinándolas,
como si trataran de mejorar -. Dijo Esteban al momento que señalaba la nítida
pantalla donde se veían los collares de hueso, los chalecos de plumas y las
tintas usadas en rostros y piernas. – Lo vez, la forma de vestir indica que se
han aliado.
Jorge
miraba cansado la pantalla mientras bebía café y mantenía un pastelillo a un
lado, sin mirar el rostro de su compañero ante la evidente observación. Recordó
lo difícil que fue que la cámara llegará hasta ahí, las cámaras enviadas eran
atacadas; no querían que vieran los rituales y algo intuían respecto a los
equipos.
-Ya
hablamos de eso y no es ningún problema, lo que sucede es que son fanáticos de
sus costumbres, según el Capitán Tomás, es solo una especie de deporte o una
actividad disciplinaria. Siempre participan únicamente los hombres – dijo Jorge.
-Recuerda
todo lo que tenemos en esa maldita bodega, tenemos que llevarlo de regreso pero
creo que deberías quemarlo, son cráneos, tripas ensortijadas, y pieles con
pintura ¿y para qué queremos su sangre en vasijas? No lo puedo creer ¡Tenemos
hasta una cabeza reducida! Deberíamos olvidar todo esto, es mejor así para
evitar una pesadilla en nuestro viaje de regreso -. Esteban miraba todo con
repugnancia a su alrededor.
-Tengo
indicaciones de evaluarlo y clasificarlo todo. Es un extraño regalo de la
comunidad. Recuerda que aquí manda un superior que está muy lejos y no podemos
quedar mal.
-
Sí, un superior que no sabemos ni siquiera quién es.
Ahora
el monitor se apagaba, muestra de que la cámara no estaba en buen estado.
Esteban maldijo cómo tratando de romper el monitor, nada de lo que tenían
funcionaba y sin razón aparente se terminaba rápido la carga de baterías en el
exterior. Ante la pantalla veían como una nube danzaba sobre los guerreros y la
cámara se apagaba, la batería se detuvo en espera de sol y oxígeno para una
nueva carga; en espera para un nuevo día.
Jorge
y Esteban se dirigieron a la bodega, volvieron a revisar el contenido de las
cajas. Al no encontrar una relación clara entre todos los objetos
decidieron cerrarla, decidieron
dejarla junto a otras que podían interesarle a alguien más. La caja principal
contenía cráneos, vasijas de sangre, muñecos de hueso y cráneos de animales,
todo podía ser valioso en algún museo, pero en el viaje actual sólo era una distracción. Al ponerlas bajo llave ellos se sintieron más seguros. Era
material para el regreso del viaje. Algo en lo cual ellos no querían dedicar su
atención, simplemente no lo habían aclarado pero la mirada de cada uno
comunicaba lo necesario. Las cajas se guardarían en el almacén y otras personas
se encargarían de clasificar y comparar su contenido.
Alejandro
sintió un fuerte dolor de cabeza mientras se oscurecía en una lechosa nube la
imagen de la pantalla. Vomito un poco y maldijo al cocinero, ya no podía
trabajar. El malestar estomacal era cada vez más frecuente siempre que revisaba
la conexión con los drones. Se encargaba de programar los equipos y buscar los
sectores dónde podía haber un fuego, o se podía ver una reunión de los grupos.
El objetivo principal consistía en recolectar el genoma de insectos y videos
del comportamiento de los grupos nativos.
-
¿Un nuevo cambio de dieta Alejandro?
-
Si Claraliz, la dieta del cocinero.
-
Deberías ir a enfermería diariamente y lo sabes.
-
Bien, vomitare en enfermería.
Claraliz
observó preocupado a Alejandro. Su aspecto no era agradable, le faltaba un poco
de sol, su piel era acartonada y estaba todo el tiempo distraído. Aunque luego
pensó que todos tenían el mismo aspecto después de tres meses de viaje. Ella ya
no tenía su larga cabellera de la llegada, tuvo que cortarla después de haberse
contagiando de unos pequeños ácaros, ahora estaba rapada y la falta de sol
hacía que se viera pálida frente al espejo. Pero el caso de Alejandro era más
serio, no estaba delgado, ni tocía, ni se veía fatigado, pero su aspecto era
cada vez más deprimente. Recordó la fotografía de partida, todos con trajes y
ropa de gala, después de beber mucho y despedirse de sus familiares. Alejandro
se había despedido de su novia y también estaba su madre, y ella había
prometido a su esposo regresar en tres años. Ahora las pantallas eran grises
debido a la falta de carga de las videocámaras de los drones, y no soportaba
ver a Alejandro, cada vez más enfermo, quejándose de todo, trabajando poco.
Apago las pantallas y prefirió salir tras él a la enfermería.
La
araña gigante de fuego movía frenéticamente sus patas en el mismo lugar,
pataleaba avanzando hacia atrás y a hacia adelante. A veces saltaba un poco
pero regresaba su lugar, era de fuego pero tenía unos enormes cabellos negros que
hacían resaltar sus grandes y delgados colmillos. El capitán Tomás escondido
bajo un agujero se refugiaba lleno de temor, sabía que la araña trataba de
cazarlo y que sin duda lo observaba de alguna forma, no tenía ojos pero en
algunos momentos avanzaba hacia él. La araña observaba y babeaba plástico
derretido cuando se acercó un poco, con mucha cautela y esperando un movimiento
de su presa. “¡Vete maldita!” “¡Vete de aquí!”. Tomás gritaba sin ver ningún
resultado, sudoroso y con la garganta seca, desde su refugio en la tierra el
capitán quería escapar pero sintió que la muerte la asechaba; la selva era tan
espesa que no había a dónde escapar. La araña salto sobre el agujero dejando a
su paso una lluvia de gotas de fuego, con un ruido semejante a un alarido que
no salía de sus mandíbulas sino de sus patas, un sonido delirante que generó un
grito de espanto en Tomás.
El
capitán brincó de su cama y se golpeó la cabeza al caer, sintió dolor y
satisfacción de salir de otra pesadilla, se movió a pesar una dolorosa punzada
en las rodillas y codos. Sabía que no podría moverse durante parte de la noche.
Una pesadilla peor que las otras, con un grado más de desesperación… y un grado
más de realismo, la sensación de una muerte segura y sintiendo que sí no
hubiera despertado habría sido comido por la araña de fuego. Se dijo que no
debía pensar en los sueños y que todo el malestar, incluido el de la
tripulación, era por haber viajado tan lejos.
El
capitán Tomas se dirigió a su escritorio para comenzar con la revisión de
objetivos de la misión, quería olvidar todo lo ocurrido durante la noche. A dos
años de trabajo aún no había una decisión en cuanto al esquema de configuración
y expresión de los genes de la fauna local. Los insectos y aves presentaban
sexo pero no estaba definido el mecanismo de replicación celular, las proteínas
eran algo sencillo, el cualquier lugar podían encontrarse interesantes
coincidencias pero la forma en que eran ensambladas era distinto. Los objetivos
de mantenimiento no eran mucho problema y cuanto algo saliera mal bien podían
regresar, lo importante era obtener resultados que permitieran un nuevo viaje,
algo que interesara a otros científicos. Al final decidió que un año más era
suficiente, podían generar suficiente información y satisfacer la curiosidad de
cualquiera. Los objetivos de seguridad ahora no eran muy claros, había miedo y
aislamiento entre el personal científico y de seguridad. Consideró que todos
los problemas que se presentaban eran realmente serios.
2.
Amplificación de genes
Las
secuencias de genes mostraban una iridiscencia de rojos y verdes en todas sus
gamas. No diferían mucho de otros genes, solo algunos cambios de secuencias y
en el avance de la expresión. La pantalla cambiaba los colores conforme el
robot analizaba cada una de las muestras; un trabajo rápido pero al mismo
tiempo lento ante la nueva diversidad que la computadora trataba de clasificar.
Los drones capturaban insectos y las muestras eran colocadas en el aquipo de
análisis de expresión genética; los mosquitos eran portadores de la sangre de
animales de gran tamaño y algunos semejantes a roedores. Las computadoras
podían clasificar las secuencias genéticas semejantes entre sí, aun no podía
deducirse a que formas pertenecías pero el intereses general era encontrar
nuevas proteínas. Las formas de vida en físico ya podrían analizarse otra ocasión.
Gabriel
veía los datos como cualquier otro tipo de datos, solo un apilamiento de
información que tenía utilidad cuando estuviera completa. Su tasa de café
siempre estaba caliente y cuidaba sobre todo el mantenimiento del equipo;
cuidando su avance.
-
Deberías hacer todo más rápido-. Gabriel se sobresaltó.
-
¿Pasa algo Laura? Sabes que el equipo requiere su tiempo.
-
Perdón no sé lo que me pasa, una disculpa, es solo que ya no soporto el
encierro.
-
Deberías salir en el hummer, Jorge siempre está listo para salir. A veces van a
las montañas, dicen que las aves forman figuras muy interesantes en el cielo.
-
Claro. Debería.- dijo Laura al tiempo que salía con un portazo de la
habitación.
Gabriel
no entendía lo que pasaba, dos años de trabajo no era mucho y había mucho por delante. El comportamiento de Laura ya no era agradable, era la
segunda vez que le daba un portazo, y todo un sinfín de indagadoras miradas en
los silencios del comedor, hizo una nota mental para una seria conversación con
Laura, no podía permitir una disputa por nada ante tanta información que analizar. El exceso
de trabajo lo estaba agobiando y ya no podía saber realmente que pasaba. Al
final, decidió escribir todo en el informe y enviarlo a Aurora.
Su
informe fue rápido para darse un tiempo de llenar nuevamente el depósito del
robot con los insectos recopilados por un drone; habría trabajo para tres días
más. Trataba de comprender que pasaba con Laura, sería algo de su persona que
no le gustaba o algo semejante al coqueteo, todo se estaba convirtiendo en una
novela y ella se comportaba como si no pasara nada.
El
robot tomaba el tubo lleno de insectos del drone, colocaba una solución salina
y realizaba una rápida centrifugación. La pantalla mostraba al final secuencias
de genes que debían pertenecer a una misma cadena, a un insecto o animal
especifico. Era un proceso lento y mostraba únicamente la parte esencial de
cada ser vivo, su ADN.
Continuará...