lunes, 20 de marzo de 2017

La frontera corrupta

Por: Joel Correa

Podemos tener la certeza de que un muro dividiendo dos grandes naciones no es la solución a ningún tipo de problema. En la actualidad hay un par de situaciones que resaltan en cualquier análisis respecto a México y Estados Unidos: El tráfico de drogas y armas a través de la frontera. Las principales drogas enviadas a los Estados Unidos desde Sudamérica y México son la mariguana, la cocaína y la heroína; y poco conocido es el mercado de metanfetaminas desde los Estados Unidos a otros lugares del mundo; las armas que llegan a México son de fabricación estadunidense. La combinación de ambos elementos da como resultado una guerra que no tiene fin: droga que se distribuye con la fuerza de las armas.

Cada país, de Centroamérica y Norteamérica, tiene su forma de decadencia social por el uso de drogas y armas. Las familias se ven destrozadas por los hijos que usan drogas, junto con los terribles crímenes que ocurren en cada ciudad. Estamos en medio de una guerra que comienza —al parecer— en Colombia y termina en ciudades como New York y Chicago. “En el vecino país del norte hay un alto consumo de drogas, si dejarán de consumir se terminarían los problemas”, palabras del expresidente mexicano Felipe Calderón. Por ahora se tiene una espiral de violencia difícil de revertir o por lo menos predecir, cada país tiene sus propuestas pero ninguna que proporcione solución definitiva. 

En un escenario lleno de violencia y corrupción —elementos que no se atreven a aceptar como existentes en los Estados Unidos— el presidente Donald Trump ha comenzado la guerra contra el narcotráfico y los “bad hombres” mexicanos mediante la construcción que un muro “enorme y bello” entre las dos naciones. Antes de cualquier juicio se debe considerar que hasta un 70% de la cocaína entra al país norteamericano a través de aeronaves comerciales, una parte en automóviles y un poco por personas que entran legalmente al país (este último medio trafica principalmente heroína)… y una mínima parte a través de indocumentados. El caso de las armas es muy distinto, todas llegan a México sin revisión de alguna en la frontera por parte de agentes fronterizos. Nadie le ha dicho a Donald Trump qué pasa realmente en la frontera, y cuando el muro sea rematado con el ingenio de algunos arquitectos se dará cuenta que ningún problema será solucionado. Incluso documentales de History Channel explican cómo llega la droga a New York en aviones comerciales apoyados por la “Fraternidad del polvo blanco” la cual tiene pocos miembros mexicanos —según los documentales mismos—. 

Por ahora tenemos que preguntarnos ¿A qué le temen? ¿A qué le teme Donald Trump?

Entre asesores políticos y militares sin duda la propuesta de un muro no da soluciones reales; o será acaso que hay un temor a la cultura mexicana. Sin ir a las estadísticas es de notar el avance de la lengua española, la religiosidad del pueblo mexicano, la reafirmación de las costumbres dentro de la familia y sobre todo el hecho de ser una cultura abierta con la capacidad para afianzarse en cualquier sociedad. Un conjunto de características que pueden hacer temer a cualquiera, y que no pueden atajarse con un muro.