Una noche más con
almas migrantes
que buscan agua,
comida y sustento,
han encontrado
insultos denigrantes
por los que bien
conocen el sufrimiento.
Vienen las familias
de Centroamérica;
niños sostienen sólo
una naranja,
arrastrados por su
madres dolidas
por la pobreza de su
patria ultrajada.
Suerte tienen los
que encuentran abrazos,
un trabajo, cobijo y
compañía,
después de romperse
de andar los callos
para llegar al país
de sol y lluvia.
Mas hay quien los
recibe como hermanos
para que olviden
toda represión,
los golpes que les
dio la policía…
toda la violencia de
sangre en su país.
Nuestra tierra
fértil los espera,
no importa ahora de
donde vienen,
porque son nuestros parientes lejanos
que han regresado de
su largo viaje.