martes, 28 de octubre de 2014

Los Sucesos Extraños de la Colonia Guadalupe, por Joel Correa.


El operador de la línea de emergencias no esperaba llamada alguna. Habían pasado los días festivos y todo el mundo regresaba a su semana habitual de trabajo; después de un mes de vacaciones de verano incluso los delitos comunes habían cesado.  A pesar de todo, tenía que estar despierto; el crimen siempre trabajaba.  Sonó el teléfono pasada de las tres de la madrugada.
-Disculpe, quiero reportar algo- dijo una mujer.
-Sí, dígame, ¿en qué puedo ayudarla?- contestó el operador.
-Me despertaron unos gritos en la calle, al parecer es una mujer que asaltaban, o algo así.
-¿Usted vio algo?
-Escuché los gritos y al salir no había nadie en la calle, abrí rápidamente la puerta pero no vi ningún automóvil ni nadie fuera.
-¿Podría proporcionarme el domicilio?
-Calle Independencia con Guillermo Prieto.
-En un momento va la patrulla.
-Gracias, buenas noches.
-Que descanse, hasta luego.
Comenzaba la tarea que menos le gustaba, un secuestro o una violación. Y no dudó un instante en enviar alguna patrulla por reporte de robo.
Después de algunos minutos la policía no observó nada raro, incluso los policías motociclistas no vieron a nadie en la calle. Ningún reporte de indigentes o borrachos cerca del lugar.
Llamó una persona más, cerca de las 3:10 a.m.
-Disculpe quiero reportar a una mujer gritando en la calle.
-Si dígame que sucedió. Buenas noches.
-Buenas noches. Se escuchó muy claro como si se llevaran a una mujer secuestrada en la calle, escuche tres gritos pero ningún automóvil, como si la llevaran corriendo.
-¿Vio algo, por la ventana o la voz de alguien más?
-Nada, no escuche a nadie, incluso no alcance a levantarme de la cama.
-Está bien enviaremos una patrulla.
El operador ahora informó sobre un posible secuestro, y estaba todo garantizado, los motociclistas estaban en los extremos de la calle reportada y dos patrullas rondaban cerca.
Después de una meticulosa búsqueda no encontraron nada, incluso le reclamaron su error, pero el operador aseguró que todo estaba en orden y eran reportes de vecinos con el interrogatorio bien estructurado, que no se podía equivocar.
En ese momento, una patrulla que estaba a unas calles reportó los gritos de una mujer que huía de alguien, no la habían visto pero escucharon que entró en unos callejones. El operador dio aviso a los demás, que ya se habían enterado por sus propios radios, pero lo hizo con la finalidad de no encender las sirenas con el propósito de no despertar a los vecinos.
Los policías entraron a las confusas calles donde se escucharon los gritos, había varios callejones, pero no encontraron a nadie al recorrer todo el lugar. Incluso preguntaron a unos vecinos que despertaban a causa del ruido de los motores. Nadie había escuchado nada.
Posteriormente justo a las 3:25 a.m. llegó la siguiente llamada con la misma situación, una mujer era atacada en un baldío cercano a los callejones. El operador maldijo entre sí,  no era bueno que alguien escapara, menos cuando se tenía la libertad de mover a los policías a cualquier lugar.
Llego una nueva llamada, justo cuando colgaba el teléfono. Era una mujer que decía estaban maltratando a una mujer en la entrada del panteón municipal, que estaba justo en medio de la colonia Guadalupe. Los reportes a las patrullas fueron inmediatos pero no encontraron a nadie. Estaba la mitad de la policía de la ciudad dando rondines en la colonia en ese momento, incluso podían verse unos a otros en los extremos de las esquinas. Fue cuando un policía, que era extremadamente supersticioso grito: ¡Es la Llorona!
Mientras sus compañeros trataban de calmarlo, ya que no dejaba de gritar, escucharon el lejano grito de una mujer, un grito de sufrimiento, apenas audible y que heló la sangre de todos.
El operador al tanto de los rumores de los policías, sintió pánico. Quedó temblando de miedo y se calló de la silla al escuchar el sonido de la siguiente llamada telefónica.
Ese día no hubo más rondines policíacos en la colonia Guadalupe.

Martes 14 de Junio 2011

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