martes, 24 de marzo de 2015

El grupo de universitarios en Salvatierra

Eran las diez de la mañana y un autobús de pasajeros de primera clase entra a la ciudad, de esos que no se ven tan seguido fuera de periodo vacacional. Un autobús con pocos pasajeros, algo raro porque vehículo de tan gran calado es mejor llenarlo para solventar su uso. Lo primero que uno piensa es “son turistas que vienen a ver nuestra tranquila ciudad” y lo siguiente que uno piensa –por los sentimientos de fraternidad que tenemos -hacía toda persona- es ¿quién los atenderá? ¿Llegarán a buen alojamiento? Y cosas así, en un pueblo mágico la atención hacia el visitante es lo primero, como ya en muchas ocasiones hay quienes vinieron a visitar nuestras iglesias y la espléndida Parroquia de nuestra señora de la Luz. Para exaltar nuestra ciudad tenemos San Francisco, El Carmen, Capuchinas y Las ardillas –iglesia de la Virgen de Guadalupe, casa de la cultura, la universidad- y así, podemos numerar también casonas y plazas públicas.

Recorrí la ciudad esperando ver tan agradable visita, que seguro llegaron a desayunar a la Veranda o a un café a la Plaza colonial, pues para finalizar cinco de la tarde y se encuentra la Parroquia de nuestra señora de la luz. A lo lejos se ve alguien que explica de forma profesional cada elemento de la parroquia, ésta línea esto, ésta imagen aquello, el color por este motivo, un guía de turista muy profesional o un arquitecto muy bien preparado, con tanta desenvoltura que resaltaba toda una vida en el tema, voz alta, clara, buen ritmo. Su foro, un grupo de estudiantes cuyo registro al verlos era claramente de alumnos universitarios en arquitectura, muy limpios, muy atentos, con el cuidado de poner atención y no contrariar al que seguro era su profesor; chicos apenas los veinte y poco años. Y ahí estaban que el grupo debió haber llegado a la ciudad con un profesor… y que mejor lugar que Salvatierra para aprender arquitectura. En la ciudad se aprende a reconocer un arco, una torre, una almena, un friso, un relieve, el barroco, el romano… en fin algo de armonía, color y texturas muy propias de la España de oro. Y qué decir del carácter de la ciudad que aun preserva esa época… 

El caso es que en parroquia los visitantes aprendían y veían la grandeza de la arquitectura y el buen gusto, todo con fotos, notas, mirada paciente al profesor; su profesor en cambio paciente y de dialogo inacabable. Justo en el momento cumbre entra una mujer y hace una interrupción, ya estaban en el altar revisando detalles y se escucha “no puede haber visitas sin el permiso del señor cura” “Señora, no puede interrumpirme así, yo estoy en pleno dialogo” “tiene que salir” “¡escúcheme!” “hay indicaciones que salga” ¿Qué hace el profesor? Pues hace una señal a sus alumnos que ya alarmados se miran entre sí diciendo “Viene una pelea”, seguro ya habían visto mucha veces a su profesor enojado. Pues salen de la parroquia y el profesor tratando de hacer saliva; que los que saben de hablar en auditorios sabrán lo que cuesta el ritmo. Y los alumnos apenas salen apenados, como si supieran ya lo que les esperaba. 

Salen a otro portal y la gente los mira bien, el profesor explicando algo rápido. Todo más cómodo, admiran la ciudad contemplando detalles que sólo ellos saben identificar, seguro se trataba de perspectivas, profundidad, luminosidad y con mucha habilidad tomaron fotografías. Llegan a un restaurant y algo dice el dueño, el caso es que ahí solo se quedan unos minutos para después ir a ver las casonas. Un punto en contra de la ciudad lo ocurrido en la parroquia pero se notaban admirados, seguro en otros lugares los recibieron bien, y seguro lo ocurrido fue un percance menor, la falta de tacto, el no entrar a una oficina y preguntar, el esperar un permiso, la señora que daba indicaciones ser más paciente y buscar alternativas… en fin no caer a pedradas con el pueblo que nos visita. 

En resumen se notaban admirados ¿Qué falto? Seguramente un respaldo por parte del municipio, seguro algunos trámites menores y seguro comprometernos más con algunas ciudades, universidades e instituciones. 

Que se puede decir de los alumnos a futuro: pues que seguro los podremos ver, que si alguien conocerá el tema serán ellos “hey yo estuve aquí una vez y faltaba tal remodelación” “vi los arcos, de lo mejor” “gracias a la visita vive aún el estilo arquitectos de la España de oro” “ahí comencé el proyecto de restauración gracias a la visita”… en fin gente de bien que nos ayudará a embellecer la ciudad de forma profesional algún día, gente con conocimientos para preservar nuestra cultura. 

Tal vez fue un mal paso, un mal inicio, pero la próxima vez que vengan tendremos que recibirles… y años después seguramente nos dirán “Que bella ciudad, da alegría visitarlas siempre”.


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